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Noche de milagros en Naranjales

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Noche de milagros en Naranjales
Noche de milagros en Naranjales

Naranjales es el nombre de la población venezolana que vivió una noche diferente tras la llegada del Pastor Edgar Arias. Y es que desde horas de la tarde del día miércoles 29 de junio los integrantes de la región, entre ellos niños, jóvenes, adultos y ancianos, decidieron salir a las afueras de sus casas para recibir al Subdirector Internacional de la iglesia «Luz del Mundo».

El sonido de las bocinas de las motocicletas y vehículos, cánticos de alegría acompañados de las palmadas, componían la ovación al paso del feliz pastor, quien de momento decidió estacionarse y saludar con abrazos a los que habían salido a su encuentro en medio de aquel ambiente festivo que reinaba en la región. La actividad nocturna se realizó dentro del recinto pastoral del área local por motivos de la lluvia, aunado a ello el fluido eléctrico escaseó durante toda la actividad, por lo que se desarrolló con el apoyo de una planta generadora de electricidad que facilitó el curso de la agenda planteada. A pesar de estos inconvenientes en contra, el recinto se llenó de feligreses.

Aistentes al evento

La vida ministerial del apóstol Pablo fue el epicentro de la prédica esa noche; los muchos azotes, la controversia de su propio pueblo judío, el rechazo del cristianismo que lo conocía como un perseguidor de la iglesia, los naufragios, los barrotes de la cárcel, son parte de la lista de adversidades con la que tuvo que enfrentarse, aun así no se desanimó, no flaqueó, no cedió espacio al adversario, sino que se mantuvo viendo al blanco declarando que todo lo podía en aquel que lo resucitó de las tinieblas a la luz.

Con la atención de los creyentes en el mensaje, Dios obró en milagros diversos. La unción del Espíritu Santo se derramó de tal manera que era algo similar a estar en las gradas de un estadium presenciando un juego de béisbol donde invitasen a Mariano Rivera (pitcher de los Yankees de New York) a cerrar: la gente grita, las fanfarrias no permiten percibir lo que alguien habla, todo es alegría y suspenso a la vez por lo que está sucediendo y por lo que sucederá. Así fue el ambiente que se disfrutó en aquellas cuatro paredes esa noche cuando personas en sillas de ruedas caminaron, mujeres y hombres con diversas dolencias recibieron sanidad, otros estaban tirados en el piso llorando, algunos arrodillados, otros apenas podían sostenerse sobre sus pies; era una atmósfera sobrenatural de tal magnitud que al terminar la ministración para las almas perdidas ya eran las diez de la noche, de esa manera concluyó el hermoso servicio cristiano del cual la gente no deseaba retirarse.

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