Con el objetivo de cumplir la palabra de Dios, el pasado domingo 23 de octubre, la iglesia «Luz de Mundo» Misión 1 de Panamá en coordinación con la iglesia «Ministerio Internacional Rocío del Espíritu Santo (MIRES), realizaron una bella labor social a fin de ayudar a los extranjeros que emprendieron un largo viaje pasando por la selva el Darién, provincia de Panamá.
Los migrantes iban en busca de una mejor economía y de poder alcanzar el sueño americano, no obstante, tras la nueva orden que implementó Estados Unidos, estos quedaron varados.
El joven José Cambell, proveniente de Venezuela, es uno de los que iba rumbo a los Estados Unidos, pero tuvo que quedarse refugiado en albergues improvisados por Panamá. Cuenta que salió de su país el 8 de octubre rumbo a Medellín-Colombia, para después pasar por la selva.
Él explicó lo difícil de esta travesía: «Viajamos por lancha, pasamos la selva del Darién completa en cuatro días de camino. La selva fue lo mas difícil, llegamos a la frontera de Panamá. La ONU se encontraba en la frontera de Panamá, nos dijo que los venezolanos ya no tenían oportunidad. El grupo que iba conmigo seguimos avanzando hasta la frontera de Honduras y Guatemala. Pero vimos que las cosas estaban duras, mucho reten y policías. Nos tuvimos que regresar, gracias a Dios en el albergue nos han apoyado con todo”.
Atención por parte de la misión 1 Panamá
El albergue improvisado en la capital panameña se encontraba abarrotado; había personas enfermas, niños, mujeres, heridos, deshidratados, y en su rostro se podía ver el cansancio debido al largo camino que enfrentaron.
Durante el recorrido que realizaron en el centro, también encontraron la experiencia de un joven de nacionalidad colombiana , que decía: «Una experiencia mala, muchos no lograron seguir, muchos muertos, yo vi a varias personas cómo la corriente se las llevaba, cómo la gente se tiraba a rescatarla, niños caían al barranco. Yo quería viajar a los Estados Unidos y después a Canadá, pero cerraron la frontera de Nicaragua y Costa Rica. Ahora me voy a devolver a mi país. Me arrepiento de haber hecho esta locura, esto es una cosa de locos, un recuerdo para toda la vida; quedas marcado, por eso les digo ahorren su platita», aconsejó Brayan Palencia.
Pese a todas esas dificultades que pasaron los migrantes, la mano amiga no se hizo esperar, pues en el albergue se movilizaba la ayuda caritativa de diferentes partes del país; cargados de comida, ropa, zapatos, juguetes para niños, colchones y, lo más importante, los medicamentos que se necesitaban.
La iglesia «Luz del Mundo» no se hizo esperar en socorrer y servir con tan bella labor social; sembrando una pequeña semilla para que estos hermanos puedan tener una estadía acogedora mientras regresan a su patria.
El amor, el cariño y el humanismo se desbordaba para todos estos migrantes que venían de Venezuela, Colombia, Perú y otras naciones.
Levítico 19:34: «Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que peregrine entre vosotros; y lo amarás como a ti mismo, porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto».
Redacción: Francys Morgan